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Foto del escritorJorge Luján

Cuestión de título

Actualizado: 17 may 2021

El título es lo más importante de un libro. Es el cartel de venta. Es el nombre de una publicación. Todo título es único. Tiene la exigencia de ser útil y bueno. Y, sobre todo, tiene que ser recordado. La tapa es lo que lo adorna para que atraiga la mirada y la consecuente venta (y, por supuesto, la lectura). No existe un momento exacto donde se origina, simplemente sale. Puede nacer antes del libro, a medio camino o a veces al final, cuando no queda otra.

Para los títulos no hay un orden ni una teoría, mucho menos consejos. Los mejores son los más clásicos: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes; Shakespeare titula a sus tragedias y obras históricas mayormente solo con nombres: Hamlet, Romeo y Julieta, El Rey Lear o Ricardo III, en comedias es más displicente y poético: El sueño de una noche de verano; hay irónicos como Un mundo feliz de Huxley; heroicos como El guardián del hielo de Watanabe; alucinados como Me alquilo para soñar de García Márquez; tan directos y amables como ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? de Raymond Carver; o lacerantes como el ensayo de Galeano: Las venas abiertas de América Latina. Para los títulos no hay clave, muchas veces responde solo por el gusto del autor. Duque, por ejemplo, de José Diez Canseco, es el nombre del perro de la familia Crownchield que da el título a la obra, pero que ni aparece en la trama.

Por lo general, los títulos literarios pueden ser más originales y llamativos, suelen apelar a una emoción. Lo que no sucede con los títulos de obras de no ficción. Ahí hay que presentar el producto de entrada. Es decir, el título tiene que resumir la obra en unas poquísimas palabras y, por ende, tiene que ser más descriptivo.

Solo existe una regla para un título: tiene que ser breve y llamar la atención del posible lector. Si es necesario, puede llevar subtítulo. Pues este termina de completar la idea central de un libro. Así nació este titular: Divina pasión - Para que sepas de cepas, de la enóloga Cristina Vallarino. En la primera reunión del proyecto, la autora llegó con el nombre: Divina pasión. Pero faltaba algo más, aún no cerraba del todo el contenido. Mientras nos fue entregando su investigación y contando de qué trataba: las características de las principales uvas viníferas (o cepas), Juan Périco, el publisher de esta publicación, iba anotando palabras clave en su carpeta, a manera de lluvia de ideas. Cuando Cristina terminó con su presentación, Juan añadió: "Este es un libro para que sepas de cepas", y fue como una sentencia. Así nació este título y subtítulo.





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